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Publicado el 14 de noviembre de 2025 a las 14:08

La designación del nuevo Fiscal General de la Corte , que terminó consagrando a Guillermo Baigorrí con apoyo del oficialismo y sectores aliados, dejó un escenario interno más fracturado que nunca en el justicialismo. Lo que hasta hace semanas se presentaba como una “recuperación” del uñaquismo tras los resultados del 26 de octubre se desmoronó en cuestión de horas.
El bloque peronista, que supo tener más de veinte diputados el año pasado, quedó reducido a once y expuso profundas fisuras a partir de la fallida apuesta de Sergio Uñac por llevar a Eduardo Lozano como candidato. La presión interna para sostener esa postulación chocó con la realidad: los votos no estaban, los propios legisladores lo advirtieron y pidieron no quedar expuestos. Aun así, la conducción insistió hasta último momento.
La sorpresa llegó con un giro abrupto hacia la candidatura de Pablo Senatore, movida que se activó desde la Corte en las últimas 24 horas previas a la votación. Sin embargo, la estrategia tampoco prosperó y el oficialismo terminó imponiendo con holgura una fórmula ajena a las expectativas del uñaquismo.
El resultado detonó una cadena de reproches, acusaciones de traición, cruces telefónicos subidos de tono y un clima de guerra fría dentro del peronismo. Hubo diputados que amenazaron con romper y formar bloques propios; otros directamente dejaron de responderle a la conducción. La sensación es unánime: el liderazgo de Uñac quedó profundamente debilitado.
Lo que se exhibe hoy es un peronismo reducido, desordenado y con una creciente proliferación de pequeños espacios internos. La breve euforia postelectoral, basada más en la narrativa que en los números, terminó evaporándose después del 13 de noviembre, cuando la votación por el fiscal general funcionó como un baño de realidad.
Mientras tanto, intendentes y dirigentes territoriales observan con preocupación un escenario que se encamina a un fin de año convulsionado. Algunos ya piden abiertamente discutir una renovación total de la conducción partidaria. Otros permanecen en silencio, midiendo fuerzas. Lo único claro es que el peronismo sanjuanino transita un punto de quiebre que reconfigurará su mapa interno.