:
Publicado el 27 de octubre de 2025 a las 14:14

Por: Gaston Sugo
El día después de las elecciones legislativas deja en San Juan una sensación inequívoca: nadie ganó realmente.
Los tres principales espacios políticos pueden mostrar números, bancas o gráficos, pero cuando se apagan las luces y se miran los datos fríos, el resultado es uno solo: todos perdieron.
Y no es una frase efectista. Es la descripción precisa de un proceso político que se repite elección tras elección y que, en esta ocasión, confirmó algo que ya veníamos anticipando desde hace meses: San Juan está atrapada en un escenario de tres tercios que nadie logra romper.
Con el 99,4% de las mesas escrutadas, el panorama es casi calcado al de 2023. El peronismo, en todas sus versiones, sumó 146.716 votos.
En 2023 había obtenido 145.188. Es decir: la misma cantidad. Ni crecimiento, ni caída. Estancamiento puro.
El oficialismo provincial, bajo el sello Fuerza San Juan, creció: pasó de 107 mil a 132 mil votos. Es un avance, sí, pero insuficiente para quebrar el empate estructural.
Y la Libertad Avanza, que en 2023 había logrado 145 mil votos, ahora cayó a 110 mil. Perdió alrededor de 30 mil votos, que migraron, casi en espejo, hacia el espacio de Orrego.
El resultado final confirma que ninguno de los tres sectores pudo superar el tercio del electorado. Tres tercios perfectos, que se repiten desde hace dos años, y que hablan más de un electorado fragmentado y desconfiado que de un sistema político renovado.
Los discursos de la noche electoral fueron casi calcados: “mantuvimos la base”, “crecimos”, “consolidamos”. Pero detrás de las palabras, hay hechos duros.
El peronismo perdió una banca nacional. El gobierno provincial no logró alcanzar el objetivo de “meter dos”.
Y la Libertad Avanza, si bien consiguió consolidar representación, redujo su caudal electoral de manera significativa. ¿Eso es ganar? Difícil afirmarlo.
La política, como el fútbol, puede explicarse desde los resultados. Si el peronismo ponía en juego dos bancas y mantuvo una, perdió. Si el orreguismo apostó su “reina” en el tablero el vicegobernador Fabián Martín y no consiguió el resultado esperado, también perdió. Y si el libertarismo disminuyó su caudal en una elección nacional, perdió terreno. Por eso, insistimos: nadie ganó.
Uno de los datos más llamativos del proceso sanjuanino es el comportamiento del voto libertario.
No responde a las lógicas tradicionales del peronismo ni del radicalismo. No se concentra en barrios específicos, ni en sectores sociales definidos. No tiene territorio, ni referentes locales fuertes.
Es un voto difuso, transversal, casi invisible. Un voto que aparece y desaparece, que expresa descontento más que identidad. Un voto que castiga, pero no construye. Y ese es uno de los grandes desafíos que viene: cómo decodificar políticamente un voto sin estructura, sin rostro, sin búnker y sin geografía.
El peronismo sanjuanino, tras dos décadas de dominio político y territorial, enfrenta ahora un escenario inédito: la pérdida de su capacidad de conducción. Durante años fue sinónimo de estructura, territorio, presencia, municipalismo. Hoy es sinónimo de resistencia y supervivencia.
Sacar la misma cantidad de votos que hace dos años no es un logro: es una señal de parálisis. La gente no castigó más al peronismo, pero tampoco lo premió. Lo dejó en el mismo lugar, como si el mensaje fuera: no confío, pero tampoco creo en los demás.
El gran dilema del peronismo es si está dispuesto a recorrer el camino que nunca quiso transitar: la autocrítica interna.
Revisar por qué perdió representatividad, por qué se desconectó de parte de su base social y, sobre todo, cómo reconstruir una narrativa que vuelva a entusiasmar a un electorado que hoy prefiere la distancia.
El gobernador Marcelo Orrego tiene una definición pública de su forma de gobernar: “bilardista”. Y en política, como en el fútbol de Bilardo, lo único que importa es ganar. El problema es que en esta elección no ganó. Mejoró su caudal electoral, pero no alcanzó el resultado esperado. Y eso, en términos políticos, no se traduce en victoria.
El gobierno provincial apostó fuerte. Llevó a su vicegobernador como cabeza de lista, invirtió capital político y puso toda su maquinaria territorial en juego. Pero no rompió el techo del tercio.
El desafío para Orrego será ahora reperfilar su gestión, entender que el electorado sanjuanino está votando de otra manera y que las gestiones locales no se plebiscitan en elecciones nacionales. Ese error de diagnóstico, confundir lo provincial con lo nacional, le costó caro tanto al orreguismo como al peronismo.